Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100406
Legislatura: 1898-1899
Sesión: 21 de Febrero de 1899
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 63, 943
Tema: Paz con los Estados Unidos

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Créame el Sr. Conde de las Almenas; las últimas palabras del Sr. Presidente del Senado, no sólo son correspondientes a su alto cargo, sino que más que un mandato son un consejo para S. S., porque después de lo que ha pasado, ¿qué quiere S. S.? El Sr. conde de las Almenas, que cree que anda en tan gran compañía, no se hace cargo de una cosa: de que muchos, con gran peligro para ellos mismos, de los que andan buscando víctimas de los desastres acaecidos, han torcido completamente el camino y van a dar lugar a que se tuerza la opinión, y a que las crueles experiencias por que hemos pasado no nos aprovechen para el porvenir, atribuyendo los desastres a causas que no tienen nada que ver con las fundamentales que los han producido, causas superiores e irresistibles a la autoridad, a la previsión y a los medios de los Gobiernos, de los partidos y de todos los hombres políticos.

Ya se sabe cómo nosotros hemos ido obligados a esta guerra, en la cual hemos contado, en primer término, con vuestro valor personal, y en nuestro valor personal hemos cifrado la esperanza de contrastar, si no de vencer, que en muchas hasta de vencer, al pueblo más industrial y más mecánico de la tierra, al pueblo de las grandes invenciones modernas.

Así ha sucedido que en todo lo que ha tenido relación con el valor personal de cada combatiente, hemos llevado una gran superioridad a nuestros enemigos; pero en el uso, en el ejercicio de las fuerzas físicas, químicas y mecánicas, que tanto ayuda en estos tiempos al valor, ahí hemos tenido una inferioridad verdaderamente aterradora. (El Sr. Marqués de Mochales: ¡Qué lástima no haberlo conocido a tiempo!) Lo hemos conocido a tiempo, pero, ¿qué importa? (El Sr. Marqués de Mochales: ¿Y por qué no lo remediasteis?) Ya diré a S. S. por qué, aun habiéndolo conocido a tiempo, no lo hemos podido evitar; que, después de todo, si se hubiera podido evitar, más a tiempo lo habrían podido hacer SS. SS. (El Sr. Conde de Esteban Collantes: No; por los entorpecimientos antipatrióticos que vosotros opusisteis al Gobierno conservador.-Fuertes rumores.-El Sr. Presidente agita la campanilla.) En fin, hoy no vengo a discutir con vosotros; hoy vengo a ver si consigo terminar un debate que no honra a nadie. (El Sr. Conde de Esteban Collantes: Recuerde S. S: aquellos discursos de Zaragoza, aquel retraimiento y otras cosas por el estilo en momentos decisivos, quizá dando argumentos a los Estados Unidos.-El Sr. Marqués de Mochales: ¡La autonomía era la paz!-Fuertes rumores.-Un Sr. Senador: ¡Que se calle!-El Sr. Conde de Esteban Collantes: ¡Gracias!-El Sr. Ministro de Gracia y Justicia: Lo que se hace con esto es distraernos.-El Sr. Conde de Esteban Collantes: Sí, ¡para distracciones estamos ahora, Sr. Ministro!-El Sr. Ministro de Gracia y Justicia: ¿Por qué no ha callado S. S. y no tiene más serenidad? El Sr. Conde de Esteban Collantes: Porque es muy difícil tener serenidad ante ciertas cosas.-Continuados rumores.-El Sr. Presidente agita la campanilla.)



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